Humanos a Marte y la felicidad plena

Desde que tengo memoria mi papá siempre estuvo viajando, no podía entender el porqué siempre faltaba a mis cumpleaños o fechas importantes como el día del padre, e incluso en un momento llegué a pensar que era porque no quería pasar tiempo con nosotras, pero claro que no era así. 

 

Siempre fui muy sensible y las despedidas me dejaban devastada - hasta el día de hoy lo hacen - y para una niña de 5 años, ver a su papá irse por meses es bastante difícil. Claro ahora con 19 años entiendo que mi papá no se iba porque él quería, lo hacía porque tenía que trabajar, pero para una niña de tal edad era complicado entender ciertos aspectos de la vida. 

 

Cuando tenía 11 años mi papá se fue de viaje. El tiempo había pasado y yo ya estaba “acostumbrada” a este tipo de situaciones, pero mi hermana pequeña no. Romina es 5 años menor que yo, por lo que todavía era pequeña y se le hacía mucho más complicado que a mí el tener que despedirse, sobretodo porque ella tiene un mejor vinculo con mi papá. 

 

Pasaron meses desde que le tocó viajar. Hasta que un día después de llegar del colegio, mi mamá nos dijo que mi papá regresaba en un semana, obvio nos pusimos felices, pero no nos queríamos emocionar mucho porque podía pasar cualquier cosa con su trabajo y él tendría que posponer el viaje. 

 

Pasaron los días y mi papá nos llamó y nos dijo que lamentablemente que no podía regresar a Lima para la fecha que nos había dicho. Romina y yo que estábamos tristes, pues ya habían pasado meses desde la última vez que lo habíamos visto.

 

Lo que nosotras no sabíamos era que mi papá estaba planeando llegar de sorpresa a Lima.

 

Como nosotras no sabíamos qué iba a llegar, decidimos dormir hasta tarde ya que era un domingo. A eso de las 11 am, empecé a escuchar voces en la cocina, yo estaba un poco asustada porque creí que alguien se había metido a la casa, Así dejé a mi hermana durmiendo y bajé para ver qué estaba pasando. 

 

Y ahí vi a mi papá tomando su típica taza de café, leyendo el periódico y riéndose junto con mi mamá. 

 

En ese momento corrí a despertar a Romina para decirle las buenas noticias, y finalmente las dos bajamos para saludarlos y tomar desayuno juntos, pues no lo hacíamos hace muchísimo tiempo. Ese momento fue uno de los mejores de mi vida, pero fue mejor aún porque mi papá había comprado tickets para una obra musical en un pequeño teatro limeño. Yo estaba irradiando felicidad, mi papá sabía el amor inmensurable que le tengo al teatro. 

 

En la tarde de ese domingo, fuimos al teatro, disfrutamos de la obra y después fuimos a caminar por aquellas típicas calles “miraflorinas”. Cuando ya fue hora de volver a casa, mi papá prendió la radio y justo empezó a sonar “Humanos a Marte” de Chayanne, mi mamá detesta a Chayanne, así que mi papá le subió volumen a radio y los tres - Romina, mi papá y yo - nos pusimos a cantar a todo pulmón, mientras que mi mamá se tapaba los oídos y se reía de nosotros. Continuamos todo el camino de regreso a casa repitiendo aquella canción una y otra vez, y seguimos riendo como si no hubiese mañana. 

 

Recuerdo aún las risas compartidas y los colores que tenía el cielo mientras aquella canción, tan detestada por mi mamá, sonaba a todo volumen. Momentos como aquellos, tan perfectos e inesperados aparecen muy pocas veces y es por eso que guardo este con mucho afecto en mi corazón. 

 

En ese instante sentí lo que era la felicidad plena y ahora, años después, cada vez que escucho aquella canción recuerdo cómo me sentí y lo felices que fuimos. Cada vez que hablo con mi familia sobre aquel momento, tenemos la misma sonrisa y la misma luz en la cara que tuvimos aquella vez, aunque ahora tenemos un poco de nostalgia al saber que aquello momentos quedaron en el pasado. 

 

Ahora que me encuentro lejos y que no he visto a mi familia por casi 2 años recurro a este momento en especifico para recordarlos y sentirme como en casa, y recuerdo esta frase que me dijo mi papá en alguno de los momentos nostálgicos en los que charlamos sobre esto: 

“La música siempre nos acompaña en momentos importantes, puede que sean felices o tristes, pero siempre está ahí.”

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